DUELOS POR IVE

Silvia Garri

La elección de terminar un embarazo constituye una crisis vital crucial y suele ser una vivencia íntima y personal caracterizada por una combinación de sentimientos intensos como remordimiento, desesperanza, temor, aflicción y culpa. Este proceso no solo concierne a la decisión en sí misma (considerando lo irrevocable de esta decisión) sino que también involucra un duelo gestacional que frecuentemente es imperceptible para la mujer, su pareja, la familia y la sociedad. Cada mujer, cada pareja afronta esta situación de manera única y es esencial admitir y validar su experiencia para promover un ambiente de respaldo empático y comprensivo.

Una IVE es un procedimiento ampliamente señalado, cuestionado criticado y condenado socialmente según la subjetividad de cada persona. Aunque en algunos países es legal, tanto la persona que decide interrumpir su gestación como el personal sanitario que lleva a cabo la práctica, cargan con la injuria que obstaculiza un análisis objetivo sobre las vivencias de las mujeres que se encuentran en la situación de tener que elegir.

Es primordial tratar esta temática con sensibilidad, solidaridad, respeto y comprensión.

La IVE suele ser una decisión crucial que se da en situaciones complejas en las que puede verse afectada la salud física y/o emocional de las mujeres que además suelen estar vulnerables; es por eso que esta situación requiere una atención de la salud integral.

Las ideas comunes de la sociedad, generalmente basadas en conceptos culturales y religiosos que no tienen en cuenta los múltiples factores que pueden influir en la decisión de una mujer de terminar su embarazo, suelen categorizarlas como personas negligentes proyectando un criterio moral que minimiza la complejidad de sus situaciones.

Por otra parte, es esencial admitir que la realidad de la IVE es compleja y tiene muchas facetas. Hay diversas razones que pueden impactar en la decisión incluyendo un mal funcionamiento de los métodos de control de la natalidad, abuso sexual, entornos de vulnerabilidad, dificultades socioeconómicas, patologías físicas o psicológicas y los pensamientos encontrados respecto al deseo de ser madre (muchas veces influenciados por mandatos familiares/sociales).

Entender estas circunstancias puede contribuir a reducir el estigma hacia las mujeres que se enfrentan a esta situación y promover un diálogo más comprensivo y compasivo.

Luego de un primer momento, en el que la mujer deberá tomar una decisión nada fácil, y para la cual no abunda el tiempo, aparecerá el miedo. Miedo al dolor, a su integridad física y a la muerte. Miedo a la mirada de la sociedad, que muchas veces las juzga como irresponsables y/o amorales. Miedo al arrepentimiento. Miedo a no poder embarazarse en el futuro.

Otra de las etapas será la culpa, una de las emociones más destacadas que experimentan las mujeres que han pasado por una IVE, frecuentemente intensificada por la presión social y cultural que las rodea.
El estigma social en torno al aborto genera un ciclo de retroalimentación negativa donde la culpa conduce al aislamiento y muchas mujeres sienten que no pueden compartir su experiencia, lo que obstaculiza el acceso a sistemas de ayuda y comprensión. La culpa genera un terreno fértil para reproches acusaciones y gran sufrimiento lo que provoca una profunda división interna y una lucha consigo misma manifestada en un diálogo interno atormentador, y una persistente reflexión negativa. El aislamiento resultante de la culpa y el estigma social pueden complicar el buen proceso de ese duelo gestacional, las mujeres pueden sentirse solas en su dolor lo que puede llevar a problemas de salud mental.

En varios países el aborto es legal, pero el duelo se transita en la clandestinidad, en silencio y soledad.

DE ESO NO SE HABLA

La IVE es un tema que incomoda porque, además de que la muerte es un tema tabú (mucho más en la etapa gestacional), al provenir de una sociedad patriarcal resulta incómodo discutir sobre la autonomía que las mujeres tienen sobre sus cuerpos. Asimismo, discutir estos temas demandaría una reflexión analítica y una sensibilidad empática que no siempre está a mano.

ELEGIR NO QUITA DERECHO AL DOLOR

El hecho de elegir una opción no evita que esta cause dolor. Por otra parte, el dolor es personal, subjetivo, significativo e individual y debe ser validado, respetado y acompañado.

Se suele creer que una IVE no causa dolor porque el embarazo no fue planeado/deseado. Sin embargo, hay mujeres que sí lo deseaban, pero no en el contexto o situación que atraviesan en ese momento. Lo cual no significa que no aspiran a ser madres en otra ocasión.

Asimismo, suele creerse que un aborto, sea espontáneo o planificado, no duele porque solo era una mórula o un grupo de células. Entonces, sí no había hijo, no hay dolor. Esta postura no tiene en cuenta los diferentes significados de un embarazo para cada mujer ni todo lo que, subjetivamente, podría morir con el fin de esa gestación (proyectos, sueños, parejas…)

¿CÓMO ACOMPAÑAR UN DUELO POR IVE?

Se trata de acompañar antes, durante y después del procedimiento, con respeto, empatía y comprensión, proporcionando un entorno en el que las mujeres puedan sentirse seguras al tomar esta decisión y, posteriormente, escuchadas y validadas en sus sentimientos y emociones. 

Recordando siempre que, en todo tipo de duelo, mejor que decir es estar y hacer. Esto significa ayudar con los tramites, acompañar al CAPS u hospital, resolver tareas domésticas y de cuidado de otros hijos y/o mascotas, etc.

No colonizando con ideas propias sino respetando, validando y acompañando las de la persona que se encuentra atravesando el proceso.

Los duelos silenciados, no validados suelen quedar congelados. Las emociones no expresadas quedan enquistadas hasta que, en algún momento, se manifiestan de un modo no saludable.

Silvia Garri

Tanatóloga asistencial, esp. en duelo gestacional y perinatal. Experta universitaria en counseling- Coach ontológica Promotora comunitaria de género c/enfoque en gestación y nacimiento

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2 respuestas

  1. Gracias Silvia por tan maravillosas palabras. Por darnos una mirada más empática, por recordarnos que decidir no quita el dolor. Y siempre siempre la compañía empática y amorosa hace la diferencia.

  2. Me parece muy interesante lo que planteas Silvia, yo suelo brindar consejería en IVE, y a pesar de que estoy convencida de que tenemos el derecho d elegir siempre siento dolor, es un dolor propio que intento no transmitir. Un dolor por esa persona que no pudo o no supo evitar el embarazo y ahora tiene que decidir. Y también por qué sé que atravesará un proceso difícil, muchas veces en soledad y en silencio. Desde lo institucional sé que estamos colaborando con garantizar el derecho y la seguridad del proceso por lo menos dónde yo me desempeño. Pero falta toda la otra parte del concepto de salud integral. Sueño con espacios de atención donde podamos ejercer nuestros derechos acompañadas con empatía todo el tiempo que necesitamos.

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